terça-feira, 8 de julho de 2008

Texto Montejo na Lapiz



Ainda sobre trocas... Adolfo Montejo escreveu a crítica abaixo para a revista espanhola Lapiz. É sobre a exposição Fitografias que apresentei na galeria Lurixs em 2007.

El tránsito de la visualidad urbana a otro registro linguístico forma parte de la poética en movimiento de Raul Mourão (Rio de Janeiro, 1967), de una cierta mundanidad popular que le aporta interdisciplinariedad y hasta “picaresca” artística. Una contaminación que no llega nunca a ser ilustrativa por el alto grado de síntesis que las imágenes producidas ostentan, por el proceso de decantamiento por el que pasan (experimentos, distorsiones, en suma, redimensiones). Próximas a ecuaciones estéticas donde la apropriación es siempre más conceptual que aparente, y la mera traslación/desplazamiento invalidada como simple estrategia.

Aunque todavía se escuchen los ecos de una serie reciente de trabajos (múltiplos) sobre el presidente de Brasil, Luladepelucia (de peluche) (2005), que agitaron las aguas públicas y artísticas por su contingencia política e ironía formal, lo cierto es que los signos estéticos en juego siempre enfatizan su polivalencia ambivalente, un juego cruzado de denotación y connotación semántica. Como sucede con Fitografias (2007) : fitas(cintas)-grafías. Una sintaxis visual que salta de dicción, de dial, para accionar el feed-back imagético que semiesconden. De hecho, aún siendo hechas en fórmica, son consideradas pinturas. Como objetos cromáticos. Por un lado, la impronta pop/geométrica que tienen sintoniza con las peculiares experiencias constructivas de Raymundo Collares, a pesar de que aquí no haya rastro alguno del ideario callejero (en este caso, los colores/códigos de las cajas de los vendedores ambulantes); por otro, las composiciones sin título aluden, como banderas sin cifra ni ideología, a un universo pluralizado por acordes libres, sin categorías. Y sin revisionismos.

¿Las mesas-cajas, esculturas? ¿Los dibujos computadorizados como vídeo? Las cajas que ahuecan las mesas, o que se hacen otra cosa, poste, móvil, consola falsa presentan un vacío taxonómico. Así, los dibujos de estas mismas piezas transformándose continuamente, sin definición fija. Este tripe de trabajos que lida con la transformación de formas/imaginarios/lenguajes acábase alimentando en la exposición como la verdadera identidad, su moto continuo. En el fondo de la imagen algo se mueve. Nada está tranquilo. Y la apuesta por unos objetos reelaborados es hasta ese punto ciego, inquieto.

ADOLFO MONTEJO NAVAS

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